EL CUENTO DEL FIN DEL MUNDO: CAP 22

CAPITULO 22:

Los actuales representantes del bando Aliado se dirigían hacia el museo de Historia Natural, para enfrentarse a la Emperatriz Merkel y evitar que robara el anillo. Su triste equipo se reducía a un niño gordo, Mario Bolsón, una niña repipi, Leia Granger, uno que coleccionaba chinchetas, Aldo Totter, un poli más inútil que un libro en una casa de gitanos, el Inspector Gadget, un “hombre” consumido por el poder, Gollum Zapaterus, una “mujer” que se había comido varias personas a lo largo de su vida, Caperucita de Mairena, y un gran mago, Obama ‘El Gris’. Seis “personas” dispuestas a parar los pies a Miss Salchicha de Frankfurt 2007, Bellatrix Merkel.

Cuando llegaron a los portones del museo, todo se encontraba en un silencio absoluto, en la completa penumbra.

―Yo entraré por la puerta de atrás, vosotros entrad por delante ―Obama, desapareció por su camino, y los otros cinco se disponían a entrar por el lugar que les habían indicado. De repente, el suelo se abrió a sus pies. De un boquete de la tierra enorme salió una gran maquinaria robótica con brazos y piernas. En su cabeza, conduciéndolo, estaba ella, Bellatrix Merkel.

―¡Capitán Sendín, ata a los niños, que en eso eres experto! ―Los tres fueron apresados por el capitán.

―¡Suéltanos, pervertido! ―Gritó Leia a Sendín.

―Gritad en vano, pequeños jóvenes, nadie puede oíros... ―Rió el Sendín.

―En cuanto a vosotros ―Merkel se dirigió a Gadget, Mairena y Zapaterus ―¡Sayonara, Baby! ―Seguidamente, los brazos del robot comenzaron a disparar por los cañones salchichas de Frankfurt en su dirección. El Inspector Gadget pudo esquivarlas gracias a su Gadgeto-cóptero.  Gollum Zapaterus fue golpeado por una salchicha en toda la frente. Caperucita de Mairena, no sólo se comió todas las que le llegaban (le encantan las salchichas), sino que también respondió con un lanzamiento de morcillas de burgos, que empañaron completamente la cristalera de Merkel.

―¡Adelante, gadgeto-mierda! ―Fue el grito de Gadget, justo antes de empezar a disparar por un cañón unos cuantos discos de Justin Bieber, Camela, Mari Trini, y uno de los Chichos.

―¡Será cabrón! ―Merkel se protegía de los disparos con el brazo del robot. En una maniobra de distracción, cambió las salchichas que estaba disparando, que tornaron a un color verdoso. Caperucita de Mairena comprobó su efecto después de comerse veinte. Estaban podridas. Tuvo, probablemente, el tipo de muerte que siempre había deseado. Merkel apartó a Gollum Zapaterus y a Gadget de un manotazo, y derrumbó las puertas del museo. Allí estaba. Brillaba y susurraba con más vida que nunca. El anillo todopoderoso. Obama ‘El Gris’ lo había rodeado de mierda líquida para protegerlo.  Merkel avanzó dentro de su robot, y cuando estaba delante del anillo, salío de él para cogerlo. De repente, el desesperado Gollum Zapaterus se avalanzó sobre ella. Hubo un fuerte forcejeo, en el que él terminó hasta metiéndole el dedo en la nariz a ella.

―¡Avada kedavra! ―Un rayo de luz verde hizo saltar por los aires a la criatura, cayendo en la mierda líquida. Vamos, lo que se dice una muerte digna. Merkel estaba sola frente al anillo.

―¡Alto! ―Obama ‘El Gris’ le apuntaba con su larga vara (de madera, no penséis mal)―¡No te acerques al anillo!


―Demasiado tarde… ―Con una sonrisa maligna, Merkel cogió el anillo y se lo puso en uno de sus sebosos dedos ―¡SEÑOR OSCURO, YO TE INVOCO!