EL CUENTO DEL FIN DEL MUNDO: CAP 19

CAPITULO 19

Nuestros tres protagonistas, acompañados del Inspector Gadget, abrieron sus puertas de par en par. Se encontraban frente al castillo del Emperador Palpatine Benedictini XVI, dispuestos a enfrentarse a él. Total, ¿qué podía hacerles un señor de 600 años?

Se disponía terminar la misa:
                ―Amigos, tomad este pan, es el cuerpo de Cristo ―Les decía a todos, mientras depositaba en el altar una bandeja con pan que sus esclavas las monjitas se habían pasado la mañana haciendo ―Tomad este vino, es su sangre. Os hará fuertes ―Al mismo tiempo les tendía un cáliz repleto de vino elaborado por sus esclavos los monaguillos.
                ―Mi señor… ―Se dirigió directamente a él un joven súbdito arrodillado― ¿Y el Brownie que nos tiende? ¿Qué es, mi señor?
                ―Ay… No quieras saber de más, pequeño Rogellini, no quieras saber más… ―Le decía mientras le acariciaba la cabeza con una pícara sonrisa ―Te diré lo que a las monjitas… Traga y calla.
                ―¡¡ALTO!! ―Los tres jóvenes, Aldo, Leia y Mario, irrumpieron en aquel salón. Aldo exclamaba con potencia señalando el sospechoso Brownie ― ¡QUE NADIE LO COMA! ¡¡ES SU MIERDA!! ―A todo esto Mario Bolsón ya se había lanzado a probarlo.
                ― ¡Pero cómo te atreves, niño insolente! ―Exclamó a duras penas el anciano ― ¡Pues que sepas que a Arias Cañete le encanta! Hala. ―Y se quedó tan a gusto.
                ―Hemos venido a acabar contigo… ¡Eres historia, viejo verde! ―Le retó Leia Granger apuntándole con la varita ― ¡DESMAIUS! ―El Emperador sacó su arma secreta, la espada láser roja, con la cual frenó los consecutivos hechizos que le lanzaban los niños.
                ― ¡Que entre nuestra arma secreta! ―Gritó Aldo. El Inspector Gadget entró volando en el gadget-cóptero.
                ― ¿Uno robot? ¿Eso es lo que me mandáis? ―Dijo el  Emperador sonriendo.
                ― ¡Adelante gadgeto-ciencia! ―Y PUM, un puño enorme con la palabra ciencia bordado en él fue a parar a la cara del Emperador Palpatine Benedictini XVI, que no fue capaz de esquivarlo. Un duro golpe para alguien de 600 años.

                ― ¿Con que esas tenemos, no? ―Les amenazó mientras se ponía un diazepam bajo la lengua. Seguidamente, soltó la espada mierder y les apuntó con sus podridos dedos, no sin antes pronunciar su sentencia de muerte ―Ola k ase, muere o k ase ―En ese instante, unos rayos azules salieron disparados de sus manos hacia el Inspector Gadget, que murió frito, como unos calamares a la romana.